Leído en el acto organizado por InterPubli en la Noche de los Cuentos de Ánimas. En la filmoteca Regional de la Región de Murcia.
Se dice que al pasar por la calle San Carlos, pasadas las doce de la noche, a la altura del número dieciséis, si miras hacia la puerta de madera, verás a Vicenta sentada en la mecedora, balanceándose despacio, observando todo cuanto sucede.
Vestida con ropas raídas de algodón y lino del más absoluto negro, confundiéndose con la oscuridad de una puerta que ha sido abierta, a pesar de la luz de farola situada justo enfrente. Ella te mira con sus ojos azules, distinguibles perfectamente, y a pesar del rostro rígido repleto de surcos y arrugas, parece sonreír con agrado al paso, si la travesía que llevas es de buenas intenciones. Pero tal vez, puedas ver solo sus huesos bajo la ropa a medida que se balancea.